Atornillar al revés

– Sobre el Chí (Ki) de la Tierra –

Hawai se desliza hacia el mar: la línea de islas que conforman Hawai son en realidad magma sólido, inestable y en movimiento. Se hallan sobre una plataforma en posición oblicua que inevitablemente está hundiendo las islas en el mar, con el evidente peligro de un quiebre de terreno de más de siete kilómetros, que al sucumbir podrían causar un maremoto jamás registrado por la historia actual.

Cuando estalló el volcán Chaitén en Aysén, hace un poco más de tres años, al extremo sur de Chile, el Oráculo predijo que dichas tierras se hallaban apoyadas sobre rocas en movimientos, al borde de un abismo subterráneo de gran profundidad, y que tarde o temprano este movimiento llevará a un quiebre del territorio sur en el continente.

Cuando la mayoría de los chilenos esperaban un terremoto ‘de aniversario’ para febrero, emulando al anterior en la misma fecha, tembló la Tierra en Nueva Zelandia, y en marzo se estremeció Tokio y luego tembló en la Provincia oriental de Sichuan, en China; pero es nuevamente en Japón, en el giro de pocos días, en donde un fuerte terremoto de 8,9 grados en la escala abierta de Richter sacudió una amplia zona costera de la provincia de Ishikawa (centro de Japón), y debido al sismo, ocurrido a once kilómetros de profundidad en el Mar de Japón, hubo emisión de un aviso de “tsunami” finalmente con graves consecuencias que interrumpió el tráfico ferroviario y aéreo. El epicentro de este potente terremoto se situó a 300 kilómetros de Tokio, concretamente a 40 kilómetros al oeste de Wajima, la ciudad más afectada por la destrucción, los muertos se cuentan por centenas en la ciudad de las centrales nucleares. Tiembla en el Norte grande de Chile, y no se informa. Tiembla seguido en la zona epicentro del terremoto del 27 de febrero, pero poco y nada se informa. ¿Debemos prepararnos para un gran terremoto en Chile?

¿Debemos prepararnos para una enfermedad? ¿Debemos estar preparados para la vejez? ¿Acaso la muerte vendrá en cualquier momento? Y si la Tierra se halla suspendida en el espacio, y caminamos con la cabeza hacia el vacío del cosmos, y el Sol estalla, se contrae y se expande… ¿no debemos entonces esperar a que algo suceda? Lo raro y excepcional es que nada pase, que todo esté quieto, porque en realidad todo pasa siempre y nunca estamos detenidos, ni quietos.

Este asunto debe enfocarse a partir de Uno Mismo: porque si aceptamos que lo carnal envejece, enferma y muere, como lo material, y que todo en la vida se halla sujeto al movimiento y al cambio, la persona entonces debiera buscar un ‘punto de apoyo’ para no navegar por la incertidumbre y el miedo como un globo echado al viento. Tal ‘punto de apoyo’ no puede ser algo perecible y mutable, de corta duración como nuestra existencia: ni el marido o la esposa, ni la mascota, ni la casa, ni el trabajo, ni la fama, ni los placeres y los vicios, ni la autorrealización… porque todo eso pasa, muere, y de algún modo condiciona y deja su huella de dependencia. De todo podemos gozar siempre que logremos el ‘punto de apoyo’.

El Chí, para el sabio Lao tse, no se puede explicar, porque si se pudiera razonar sobre el Chí ya no sería el verdadero Chí. Sobre esta ‘energía vital’ los filósofos, que son especialistas en echar a perder lo sagrado, han especulado variadamente, y algunos cultivadores del Feng shui han teorizado sobre un ‘Chí positivo’ y uno ‘negativo’. Tonteras. El Chí no tiene ni positivo ni negativo, porque es Indivisible.

El Chí de la Tierra, del planeta, es su Fuerza Vital, su Inteligencia, que permite que de algún modo y en su forma sea ‘Un Cuerpo inteligente’. Sin el Chí no hay Conciencia. La Conciencia no es una regla de conocimiento, sino una medida de existencia que se percibe a Sí Misma.

El Hombre posee un Chí original que lo hermana en su calidad de Ser de cierta inteligencia y Conciencia. Este Chí Original se divide en cada Ser, y en cada Ser toma su propia connotación, sin dejar su raíz. Este Chí puede manifestarse en el Cuerpo, en la Mente, en la Psiquis, pero nunca se hallará, en estas tres manifestaciones del ‘Yo’, en ‘estado puro’; y para vivir el Chí en su ‘estado puro’ el maestro Lao tse enseña el No Hacer. ‘No Hacer’ es un modo de Hacer bajo la premisa que ‘el hacer’ es un efecto, y la causa se halla en la profunda cavilación, reflexión y silencio que logra alcanzar al Chí, y desde tal ‘punto de apoyo’ define la razón y sentido del ‘hacer’.

Si existe el Chí de la Tierra no hay azar en su movimiento, sino que Causas de Impulso y efectos condicionados. Cuando nuestros ancestros de América procuraban no provocar Causas que finalmente conllevaran a efectos nocivos, y para eso se disponían a entender la Tierra y a la naturaleza como un Ser con Vida cuyo Chí (Espíritu) poseía Conciencia, estaban ellos practicando el No Hacer que luego comportara un ‘modo de hacer’ y se convertía en una ‘forma de vida’.

Cuando los Hombres modernos tomaron la decisión de romper su alianza con la Tierra y la naturaleza, y de acuerdo con lo pasajero de sus intereses muertos impusieron un ‘hacer por hacer’ y anularon la Conciencia natural del Hombre para transformarlos en títeres de la ilusión y pantomimas de una ciencia mercader… iniciaron una Causa de Impulso hacia un efecto desastroso.

Las religiones se hicieron parte de esta decisión malévola y ególatra, y encerraron a Dios en un libro, lo circunscribieron a una iglesia, y lo subyugaron a los jefes eclesiásticos.

¿Por qué hoy hallar el Chí y vivir según el No Hacer es revolucionario?

Porque los conservadores que defienden sus mezquinos y nimios intereses, e intentan impedir la Libertad de la Conciencia que Dios entregó al Hombre desde su origen, tiemblan ante uno que encuentre la puerta de salida; y desde que uno salga al campo, fuera de los muros, se sabe, muchos le seguirán, y el sistema de la ilusión y la mentira caerá en pedazo en muy poco tiempo.

Entonces aconsejo a todo quién pregunta cómo estar preparados ante un eventual maremoto o cataclismo: ‘detén tu caminar, busca el Chí que vive en ti, únete al Chí de la Tierra… y estarás preparado para cualquier cambio, para todo movimiento, en y de este mundo’.

Entonces me sorprende la respuesta de no pocos: ¿habrá otra vía más fácil que nos garantice estar preparados para un terremoto? Definitivamente: hay esclavos que aman sus cadenas y adoran al sistema de falsedades que les apresa y enceguece. Por eso el Chí es revolucionario: porque no se puede teorizar ni hablar del Chí verdadero, y solamente se vive colocándose en movimiento desde el No Hacer. Algo así como ‘atornillar al revés’ del sentido de lo mundano.

No impediremos que la Tierra se sacuda con furia en un enjambre de suscitación inexplicable y pavorosa, pero hallándonos en el Espíritu que nos habita… habitaremos en la misma casa original que el Chí de la Tierra. Entonces sabremos que el Chí es aquello que gira al contrario de nuestra lógica… y también atornilla al revés de nuestro ‘sentido’ mundano.