Comparto un sueño

En estos días sueño constante, al punto de despertar y no reconocer la habitación como es, y en su lugar, alrededor veo aquello que vivo en el sueño; o levantarme y no saber qué hago, debiendo regresar a la cama para volver al sueño y entonces  despertar bien…  y seguir viviendo en este otro sueño cotidiano.

Estaba en una montaña, sentado en una roca grande: a momentos sentía que era yo, en otros yo miraba desde afuera a este joven sentado en su gran roca. Era un hombre primitivo, y miraba las estrellas. Cuando el hombre era yo: sentía goce, admiración y un vacío enorme en mi pecho…buscaba algo y no sabía qué. Cuando yo observaba al varón, lo percibía inocente, inquieto, pero sin conciencia de lo que le sucedía: simplemente era algo innato que lo vivía.

Ahora veía a un grupo de hombres y mujeres, similares a tibetanos o a ancestros incas, caminando hacia una alta montaña que parecía -o era- un volcán; llevaban niños de la mano; había viento helado y la subida era empinada: y cada cierto tramo se hincaban y hacían ritos de adoración dirigidos al imponente macizo. Yo los observaba.

Luego veía hombres de gran prestancia, de manos cuidadas, de unos dos metros de altura, todos hermosos…contaba seis, todos jóvenes adultos. Y la gente común… morena, de baja estatura, pobres… les adoraban, pero notaba gran temor en ellos y ellas; y de los varones altos percibía una egoísta indiferencia hacia esa gente; y detrás de esa belleza se escondían seres déspotas y tiránicos.

Ahora entraba en un templo antiguo  de grandes columnas, tipo greco-romano, pero al mirar a la gente era de prestancia moderna, y sentía que estaba en Italia: en el altar principal veo a un rabino, y más atrás a un mulá musulmán, y  a su lado  a un cura ataviado con sus lujosos atuendos… y miraba girándome hacia mis espaldas y había gente sentada en asientos de madera que conversaba entre ella, casi sin mirar hacia el acto que se desenvolvía en el altar; veía que otra gente entraba al templo y se quedaba en grupo conversando, algunos discutiendo en voz alta… Unos alegaban que ya no era necesaria la religión, que ahora podemos llegar a Dios por medios tecnológicos… otros argumentaban: solamente por Espíritu se puede llegar a la divinidad…Otros preguntaban: ‘¿y eso, a que nos sirve… nos hará más felices aquí y ahora…nos dará más dinero…trabajaremos menos? Y un hombre decía: ¡‘pero eso es muy bueno, porque si tenemos algo que pertenece a Dios y está en nosotros o a  nuestro alcance: ahora si podríamos negociar con Dios, ¡pues si quiere que lo sigamos algo debe darnos!

Y así el tono de la discusión subía y los más eufóricos  gritaban ya sin restricciones; y entonces salgo del lugar y me paro en la plataforma de la puerta principal y veo la ciudad de Paris. Pero instintivamente miro al cielo: había una luna grande en pleno día muy cerca del sol: al improviso la luna comienza a moverse rápidamente, y el sol comienza a crecer: entonces me digo: ‘¡somos notros los que estamos cayendo… es la tierra la que se está moviendo hacia el sol…!’ Y la luna desaparecía, y el sol era cada vez más grande… y una luz me enceguecía… y todo era como de fuego.

Ahora vuelvo a la primera imagen: un hombre primitivo, en una montaña, saliendo de una caverna en donde vivía: miraba las estrellas.

Hasta ahí el sueño, el que al contarlo o escribirlo se nota esquemático, como a cuadros, pero en la vivencia onírica era continuado, armonioso, como caminando por cada una de las imágenes aquí descritas. No logro describir los sentimientos, las percepciones y sensaciones que por mucho abundaron en este viaje, pero fueron variadas y vívidas.

Y como resultado de este sueño escribo la siguiente reflexión:

Un Viaje Circular

¿Por qué el ser humano, desde sus albores, ha buscado respuestas, ante los fenómenos que no puede explicar y de los cuales de algún modo depende- o se siente parte- adjudicando a tales factores una calidad divina?

¿De dónde proviene esta idea, percepción, sensación o instintiva información sobre algo poderoso que de algún modo maneja los elementos con propósitos y planes que los Hombres no logran entender?

¿Por qué antiguas civilizaciones miraban a las estrellas y hallaron en las constelaciones el modo de organizar sus comunidades…? ¿y en distintas geografías los seres humanos tenían convicciones sobre divinidades, y atesoraban el concepto de ‘alma’ ligada a los mundos supra o intra naturales?

Y no hablamos aquí sobre la existencia de Dios, o no: sino de por qué el Hombre desde los preludios  del tiempo ha percibido, intuido, la existencia de lo divino.

Podemos hacer historia estadística fijando los  elementos divinizados a través del tiempo, sea bajo un concepto Supra terrenal, sea bajo concepción Intra terreno. La pregunta es ¿en qué momento, qué aspecto, qué circunstancia interna o externa, conlleva a que el Hombre, en todo el orbe y en diversidad temporal, haya sentido y concebido la idea de un dios, de lo divino, de una superioridad inteligente?

Porque tal fenómeno sigue existiendo: personas que, desde la primera infancia, muchas veces sin influencia familiar y del entorno, ya buscan lo divino. Y la necesidad inexplicable de algo que se mueve en el misterio suele ser el impulso de búsqueda que ha culminado en grandes hombres de ciencia, e importantes avances científicos.

Porque Dios no ha estado ausente en  el proceso de investigación: sea para negarlo, sea para afirmarlo, sea para usarlo como punto de referencia con propósitos contrapuestos.

Si algo como ‘dios’ no existiera en el inconsciente colectivo, y no fuese una idea que prácticamente nace con el despertar de la inteligencia en el Hombre: ¿Por qué es un tema que, cuan cordillera, al final de algún modo todo ser humano se topa… y ante lo cual éste debe tomar una opción?

Por siglos se colocó a Dios en los elementos, luego en humanos-dioses, y más tarde en dioses hechos hombres. Hasta que al final del tiempo primitivo, agotada la prehistoria, – en estos tiempos actuales-,  el Ser Humano ha comenzado a agotar las posibilidades que depositan divinidad en lo foráneo y exógeno, y ha comenzado a regresar al génesis del asunto: ¿por qué tenemos esta idea de un dios, de dioses, y de algo superior de lo cual hacemos parte?

El dios de las religiones es foráneo, externo, casi un tirano que muestra bondad cuando se le complace y amenaza con llamas ardientes cuando se le contradice. Un concepto de divinidad que delega sobre instituciones de hombres su potestad plena para que éstos sean los esclavistas de los sumisos corderos mantenidos en la inopia total de sabiduría.

Por lo general, el ateísmo y el  mundo agnóstico, ‘estudian’ y repelen a ese dios de las religiones. Los científicos, – que no debieran pensar en algo semejante a lo divino-, muchas veces se ocupan de denostar al dios de las religiones; asociando esa idea de divinidad como la única válida para sostener sus contraargumentos. Y eso se da -sobre todo en occidente- en relación con las doctrinas de la cristiandad, en especial para desbaratar la ortodoxia bíblica.

En los años 70  sendos científicos europeos y norteamericanos ‘descubrieron’ en los escritos taoístas muchos conceptos aplicables a la Física.  Siguiendo la misma línea argumental:  hasta hoy no conocemos algún tratado de la ciencia o de algún científico que se ocupa de dios para negarlo (¿¿??) que intente desmontar la concepción divina que podemos hallar, por ejemplo, en el TaoTeKing de Lao Tse, o en el I Ching, o en la enseñanza de la Flor de Oro… por poner elementos conocidos en occidente. Y toda vez que lo han intentado han culminado en alambicada filosofía o en subterráneo del psicologismo…incomprensible e inconducente.

Del mismo modo, una base sustancial del cristianismo- Los Evangelios- sí nos puede dar un resultado semejante al ejemplo anterior: porque la lectura, explicación e inoculación con la cual la institucionalidad eclesiástica ha  deformado los significados de muchos pasajes de los escritos sinópticos también ha llevado a especulaciones, creencias y supersticiones, y enredadas filosofías o simples afirmaciones comunes, que esconden y sepultan a Cristo en su profunda  realidad y trascedente verdad. Los mismos pasajes bajo mirada y escrutinio Espiritual y de Sabiduría abren ante la persona una puerta concreta hacia la revolución de la fe que desmonta viejos cánones y restaura la libertad que Cristo propone al ser humano.

Decíamos que, en esta transición de culminación de nuestra prehistoria, como civilización NO hemos resuelto el asunto de Dios. Y habiendo recorrido todos los caminos y escrutado los rincones más insólitos: quizás hoy no nos queda más que mirarnos a nosotros mismos…y buscar a Dios en nuestro Ser.

Y el ejercicio es simple: hagámonos la idea de que en nosotros habita una especie de microchip cuyos archivos contienen una información inimaginable, pero absolutamente esencial para nuestro desarrollo y Toma de Conciencia. Aceptemos que ese integrado nace con nosotros… lo tenemos. Pero el mismo NO es humano, y no es para cosas terrenales y mundanas; es decir: no contiene información para potenciar lo que debe morir, lo Carnal, lo temporal; sino que es el software que programa al Humano para que obtenga una calidad distinta y superior. Llamemos a ese soporte: ESPIRITU.

Tengamos en cuenta  que ese factor nos fue incluido bajo un término imposible de violar, a saber: que para comenzar a conocer la información en este Espíritu la Voluntad de la persona debe ser VERDADERA  y LIBRE. Es decir: es un microchip encriptado que se abre midiendo la Verdad y la Libertad en el interior de la persona.

¿Qué indicación daríamos para que una persona logre desencriptar la información y hacerla propia? – que debe apartarse del hacer mundanal, y debe entrar en Quietud  para que la mente no asalte con sus ‘preocupaciones’ e ‘ideas’; y que es menester pacificar las emociones…estamos indicando entonces La CONTEMPLACION y LA MEDITACIÓN.

Y como el Espíritu nos hará vivenciar aspectos de la vida y de la creación que no conocemos ni concebimos siendo humanos: debemos estar libres de cualquier duda sobre lo espiritual, lo divino, y debemos abrirnos para aceptar mucho más que la realidad conocida. ¿Cómo llamaremos a esto? ¿Tao? ¿Dios?… ¿o será más sabio no colocar nombre para no minimizar su real grandeza?

Sigamos el ejercicio e imaginemos que bajo esta idea vamos ahora a escrutar con otros ojos el Evangelio de Juan, o el Sermón del Monte: entonces descubriremos al Cristo Vivo que nunca inauguró una religión, ni construyó iglesia alguna: sino que  nos declara la vía directa para que siendo humanos sembremos en nosotros al Nuevo Ser que nacerá de Su Espíritu. Entonces podremos Vivenciar La Resurrección en su profunda realidad.

Y con esta apertura ahora vamos a indagar también  el TaoTeKing, o nos relacionamos con el I Ching… y para grata sorpresa comenzaremos a entender lo que por mente artificial nunca pudimos…y veremos lo que antes nunca pudimos ver.

Entonces…entrando en los nuevos tiempos, superando esta prehistoria, una vez que los Humanos ya no coloquemos a Dios en lo externo, ni en lo del Mundo, y asumamos que parte interior en nosotros es dios -(porque el Espíritu en nosotros es parte del dios que debemos llegar a Ser cuando abandonemos lo Carnal… pasando por la Transformación de la muerte… pero NO muriendo)- … entonces surgirá ante nosotros un nuevo desafío, y una contradicción humana inevitable: ¿qué-quién- debe gobernar?: ¿el Espíritu administra lo Humano…o Lo Humano gobierna sobre el Espíritu? ¿Por qué para obtener la información del Espíritu debiera renunciar, sacrificar, mermar lo que el Mundo me ofrece, y la dadiva y el goce que la materia y lo Carnal me brindan? ¿Acaso no puedo ser dios ahora mismo, sin esperar a pasar por la transformación de la muerte? ¿Quién puso este Espíritu en mí? ¿Para qué? ¿Acaso soy un programa cuya única función real es llegar a cumplir la lógica de la información en un Espíritu que, además, debe administrar mi humanidad y gobernar mi ‘yo’?  Conociendo  y sabiendo que el Espíritu Me Vive: ¿puedo ahora optar por no despertar su información? ¿Quién tiene el control? ¿¡Y el libre albedrío!? ¿Puedo negociar con Dios? ¿Puedo vivir como ignorante habiendo roto la ignorancia?

¡Ah! la vieja bifurcación: o la Rebelión y la Caída; o la Entrega y la Obediencia…

Entonces habremos llegado al nudo central de toda la razón de existir; y aquello que seamos, -seremos-  y el resultado que obtengamos, será como en El Principio: o procuramos nuestra divinidad como debe ser: libres, convencidos, entregados y abiertos a la Verdad que se nos devela… O por soberbia optamos -otra vez-  por los abismos de los litigios y de la ira para volver a ser reciclados o reseteados en otro nuevo Plan de Salvataje, en donde- nuevamente- naceremos  ignorantes y básicos:  con un fuego en nuestro interior que nos hará mirar a las estrellas y cavilar que, quizá, en algún lugar …hay un dios.

Enero 2019

 


Leave a Reply