Desde el Yo Soy

Unas simples palabras volcaron mi Ser desde adentro: ‘no busques al Buda desde el yo’. Perseguí al experimentado monje por días para que me ‘explicara’ cómo debía aplicar y asumir su consejo. Cuando al fin pude culminar nuestro sucinto dialogo, escuché: ‘debes conocer al Buda Que ES para lograr al Buda que vive en ti’.

Pasaron varios años, y aquello que proseguía en el hermetismo e incomprensión, se despertó en mí interior, esta vez dialogando con el Oráculo de Sabiduría, el I Ching. En el signo 20, La Contemplación, ante mi demanda sobre la Meditación que practicaba, leía una y otra vez una línea que me ofendía en lo más profundo de mi ego: que quién mira por la ranura de una puerta, y todo lo rehace al yo, obtendrá siempre una mirada estrecha y eso está bien para una persona común, pero es una gran mácula para el Hombre Superior.

Entonces, obedeciendo las instrucciones de los maestros de la Meditación de la Flor de Oro, o el método de poner en movimiento la luz en la persona, logré entender algunas cuestiones básicas que despejaron mis nubarrones: que antes de Meditar el discípulo debe aprender a Contemplar; que debía diferenciarse Lo Objetivo de lo Subjetivo; que el Hombre posee una mente natural que debe recuperar y hacer prevalecer, en desmedro y disolución de la mente artificial.

Muchos años más tarde enfrenté un tema que desde adolescencia me intrigaba y no lograba discernir: ¿qué debe entenderse por ‘Yo Soy’? Lo leí por primera vez en Moisés, luego lo volví a encontrar en textos hindú, y sobre aquello llegaron a mis manos varios textos cristicos que tratan de descifrar este misterio.

Al pasar los años, hallándome en año de retiro, en la zona de Pichidangui: cuando a los pies del monte Santa Inés habías pocas casitas, y no la población abundante que hoy copa esas laderas… en el año 1993-94… sucedió de manera natural, como si desde siempre hubiese estado en algún lugar de mi Ser, una claridad, una respuesta, una comprensión, una vivencia, una inducción espiritual: que la Entrega consiste en disponerse a Conocer al Dios que ES, al Reino que Es, a la Vida que ES, a la realidad que ES, a las Leyes que Son… al Buda que Es… al I Ching que ES… al Cristo que Es. Y para aquello, imprescindible resulta disponerse a Conocer, Vivenciar, Ver, Escuchar, ACEPTAR sin ningún prejuicio, – sin muros mentales y sin expectativas emocionales, sin mente artificial ligada al conocimiento, al dogma, a la teoría y a la predisposición intelectual según cánones culturales, de costumbres o de orden filosóficos u ideológicos o religiosos-, pero, sobre todo: sin miedo, sin espacio para la duda y la resistencia, y SIN CONTROL del ego. Es decir: entregarse como niño-a, en inocencia, dispuestos a vivir y dejarse vivir por LO OBJETIVO de aquello que uno ha elegido compenetrar, y que no es de este Mundo, sino que hace parte de una Verdad que se muestra y manifiesta solamente cuando el Hombre abre sus umbrales con la plena pureza de su candor y voluntad misericordiosa.

Entonces tomé conciencia que mi acercamiento al Buda había sido de esa forma y manera, y quizá eso explique la intensidad de la vivencia, y la actitud de los monjes budistas que, en dos ocasiones, en años distanciados, y tratándose de escuelas diferentes, pero unidas ambas por la recitación del Sutra del Loto, mantuvieron tratos singulares para con un joven extraviado y en búsqueda de ‘no sé qué’. Sin conocer la teoría había ido al encuentro con el Buda para conocerle tal y cual Él Es; aquello que fui leyendo e informándome fue posterior a las vivencias, y eso mismo ayudó a que mejor comprendiera aquello que estaba escrito. Y lo mismo hice, ya por mente natural y por innata experiencia, con el I Ching: antes de estudiarlo comencé a dialogar con éste como lo hiciera C.G Jung en su presentación de la edición de Richard Wilhelm: que el mismo Oráculo me enseñara lo que era en Oráculo. Y al recibir, en Basilea, la metodología de la meditación Circular de la Luz, simplemente me dispuse a conocer y aceptar por vivencia aquello que debía conocer y vivenciar…sin esquemas, sin teoría previa, sin resistencia y, sobre todo: CONFIANDO. Y así Viví el I Ching que ES.

En la enseñanza del texto ‘secretos de la Flor de Oro’, el maestro del desfiladero, nos indica que al lograr el centro de la luz en uno, se abrirá una flor con un sol en su centro, y desde ese corazón vendrá quién será el Señor del discípulo, y habrá un Encuentro que marcará la ruptura con la vieja pertenencia e inaugurará el tiempo nuevo cuya pertenencia del Ser estará estrechamente ligada a la Orden del Cielo. Y cuando uno lee este texto y otros similares: o los encuentra demasiado esotéricos e improbables, o bien se convierten en materia de filosofía y alambicados pensamientos abstractos. O los abandona por tratarse de chifladura mística.

Cuando Cristo aparece en mi camino lo primero que hice fue pedir una Biblia a mi madre para entender de qué se trataba. Claro que estaba en un combate: porque sentía que tal presencia venía a alterar mis armonías con el Buda y con el I Ching. Entonces soñé vivencialmente con el Buda: lo veía de espalda, meditando debajo de una roca blanca en forma de culebra cascabel; y yo me acercaba muy silencioso y cuidadoso y me ponía a meditar detrás de él. Pero su brazo se extiende y con su dedo índice me señala el fondo de un prado verde. Y como yo insistía en quedarme, hizo el mismo gesto otra vez y esta vez lo sentí con vigor…y me paré y caminé hacia el punto, y pasando noté un muro de piedra, corroído y antiguo, y al salir de ese espacio ante mis ojos vi un extenso campo muy iluminado, hermoso, nuevo, radiante… y la luz del sol se colaba entre nubes blancas y un rayo de luz daba justo en medio y hacía allí fui, y al acercarme fui distinguiendo una escalera de madera que desde el piso verde se elevaba hacia el cielo.

Ese mensaje onírico hizo eco en mi interior: y me dispuse a Conocer al Cristo que Es. Y por ahora, me dije, no acudiré a la Biblia.

No yo te descubro; no yo te investigo con el intelecto; no yo leo antes lo escrito sobre ti; no yo primero adquiero conocimiento; no pretendo saber lo que yo quiero sobre ti… En cambio, ME DISPONGO en mente natural, con corazón sereno, sin expectativas del yo, a CONOCERTE TAL Y CUAL ERES. Y para que eso se logre debo estar en estado de inocencia, CONFIAR, e eliminar toda resistencia, temor y duda.

Y en la medida que los Encuentros con el Cristo que no conocía, y ahora comenzaba a estar al tanto, fueron sucediéndose: de a poco acudí a textos como el Sermón del Monte, que no leí…sino que me habló. Y mis ojos cayeron en el evangelio de Juan: pero nunca escruté con rigor de estudio, sino que dejaba que la inducción del Espíritu señalara lo que debía leer; y así viví un evangelio que sentí desde la primera hora como una guía para la Coherencia y un Plan para que en unidad con el Cristo Vivo uno pueda alcanzar las promesas de un Dios que no miente, ni se desmiente.

El Yo Soy surge cuando LO OBJETIVO se manifiesta libremente ante la receptividad y la inocencia de la persona espiritual. El Buda tal como Él Es: es Yo Soy; el Oráculo de Sabiduría – I Ching- tal como se auto califica y se presenta a sí mismo: es el Yo Soy. Cristo en manifestación espiritual y en vivencia de fe, con plena disponibilidad para Conocerle, es el Yo Soy. Y desde otra mirada: el Ser que el Buda ve en tu simplicidad y entrega, es tu verdadero Yo Soy; y como te va calificando, enseñando, corrigiendo y develando el Oráculo de Sabiduría al referirse a tu persona lograda y superior: es al Yo Soy al cual se dirige. Y el Ser Espiritual, pleno de verdad y honestidad en su fe, y pleno de la inocencia de un niño o niña: ese es el Yo Soy que Cristo ve en ti.

Porque Lo OBJETIVO no aprecia ni se relaciona con LO SUBJETIVO. Lo Objetivo en nosotros es el Espíritu, nuestro Ser Espiritual, nuestra mente natural, nuestra Alma de luz y de amor, nuestra Coherencia de Fe, nuestra humildad e inocencia… es decir, aquello que Dios ve en nosotros, y constata de cada uno: es La Verdad Interior, LO OBJETIVO, y no las construcciones artificiales de la mente astuta, ni los laberintos del alma oscura, ni las dependencias y edificados mundanos con su falsa importancia.

El Yo Soy de la Verdad Macro y Superior se relaciona y se une con el Yo Soy de la Verdad Interior del Hombre que logra aceptar Lo Macro y postula a Lo Superior para alcanzar una Vida que supere esta existencia temporal que se mueve en la batalla entre la luz y las tinieblas.

El ego es el mayor enemigo de Si Mismo. Todos los demonios que viven al Hombre: litigio y violencia, envidia y arribismo, celos y desamor, ira y arrebatos, maldad y traición, miedo y mala duda, culpa y juicio, mentiras y omisiones de la verdad, mezquindad y vanidad, apego y dependencia al(del) dinero y a (de) las cosas mundanas, auto suficiencia y prepotencia, altanería y tiranía, adulterio y trasgresión del orden natural, necesidad y ansiedad por (para) poseer a otros y dominar sus vidas, venganza y retaliación… son hijastros-as del ego, y es el ego el infierno que consume al Hombre y no le permite alcanzar a su Espíritu y vivir su Espiritualidad.

El ego es Lo Subjetivo: el ‘yo’. Y es lo contrario y opuesto al ‘Yo Soy’: Lo Objetivo.

Entonces, el gran manipulador sopla al ego que a su vez debe insinuar e inducir al Hombre a que con soberbia acerque, baje y fuerce a Dios para que éste sirva a su necesidad y aspiración, y mida lo Trascendente según su ego; y crea o no crea, concuerde o discrepe… según la conveniencia del yo; y el ‘yo’ tenga el control de ‘lo religioso’ o de ‘la fe’; y todo se deba al dios ego; y que el sujeto no confíe en nadie más que en su subjetiva verdad artificial.

El ego rumorea, chismea, (un arte que muchas personas usan para sobrevivir desde las sombras), que es muy peligroso soltar el control, y que hay riesgos de locura mística si se acometiera la estupidez de prodigarse a una supuesta Verdad Interior Espiritual, e intentar conocer a Dios desde la Entrega, y sin la ‘protección’ del ego y la mente artificial, y el alma llena de conjeturas ‘necesarias’. Porque ‘eso eres tú’, ‘ese es el yo que conoces’. Y entonces el Buda debe servir a tu inteligencia, y el Oráculo sólo debe darte respuestas para tu buen pasar- aquí y ahora-, y Cristo debe concederte y brindarte…de otro modo de nada sirve la fe ni los dioses ni los instrumentos que se dicen sagrados.

Hay un choque frontal -de una persona espiritual- con el ego de quienes pretenden servirse de los dioses y de sus medios y herramientas: porque si alguien se retira de las luchas estériles entre los múltiples ‘yo’ y sus defensas teóricas… y revoluciona el paradigma, y se coloca desde la Entrega, Confianza e Inocencia en el firme propósito de CONOCER LO OBJETIVO y el YO SOY de lo divino, lo superior, lo espiritual, lo Macro… constatará que el Mundo no lo comprenderá, y lo criticará, y hasta lo aborrecerá. ¿Por qué, si alguien con esa voluntad a nadie daña y de nadie espera algo? Por el ego: porque los ‘yo’ se sienten débiles y amenazados cuando alguien cercano se dispone a entrar en el Yo Soy de la Vida; y con ello podría desmontar la falacia e ilusión sobre la cual se construye este Mundo; y de paso descubrir, en su cruenta realidad, al gobierno de los Hombres de maldad que desde las sombras manejan los hilos de esta ‘realidad virtual’ que se nos ha impuesto cuan ‘única realidad’… y que es ‘una gran mentira’.
La Verdad nos hará Libres.


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